LA FUERZA Y LA SENSIBILIDAD NO ESTÁN REÑIDAS...
Nos han enseñado a multiplicar, dividir, escribir, leer, comportarse en la mesa, ir al baño...pero no nos han enseñado a sentir. No nos han enseñado a amarnos a nosotros mismos, ni a respetarnos y ejercitar ese amor. Muchas veces se confunde con egoísmo y egocentrismo. ¡Qué error!
Nos enseñaron que el no sentir en el hombre denotaba fuerza, seguridad, masculinidad. El sentir de la mujer indicaba feminidad y debilidad. Y así de siglo en siglo. Un mal que había empezado en el hombre (y que ahora puede que esté comenzando a desprenderse de él), corre el riesgo de extenderse a lo femenino, pues la mujer golpeada varias veces por el mismo dolor termina convertida en fuerte e insensible, confundiendo fuerza como un sinónimo de insensibilidad. ME RESISTO A VIVIRLO ASÍ. ME NIEGO.
Los brazos en el cielo
para tocar los sueños
y los pies en la tierra
para chupar la vida
Y el corazón en su sitio...siempre en su sitio
dispuesto a abrirse a cada primavera.
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